Los Nuevos Métodos de Pago
Desde hace muchos años, el dinero, o sea el papel y metal moneda, no es la única forma de pago. Antes de la llegada de las tarjetas o ‘dinero de plástico’, ya se podía pagar con pagarés y cheques. Yo aún he utilizado cheques y muchas veces. Los bancos entregaban tacos de cheques a sus clientes para cuando tenían que hacer pagos grandes y así no tener que utilizar tanto billete y moneda. Hasta había unas carteritas para guardar esos tacos que se llamaban chequeras y que eran motivo de regalo porque algunas de ellas eran de cuero repujado, coquetas, elegantes y fardonas.
El cheque murió, como el pagaré, ambos sucumbidos por el poder descomunal del ‘tarjetismo’. Pero ahora hay más formas de pago, quizá demasiadas. Algunas ni las conozco, otras las descubro sobre la marcha. Pero soy muy viejo y quizá, dentro de poco, yo también pagaré con esas nuevas formas que hasta hace dos días eran de ciencia-ficción.
El dinero, el papel y metal-moneda, es un producto a desaparecer. Ya estaba herido de muerte antes de la pandemia, no nos engañemos, pero esta ha acelerado su fecha de caducidad.
Pero lo que es irreversible es que el dinero, el papel y metal-moneda, es un producto a desaparecer. Ya estaba herido de muerte antes de la pandemia, no nos engañemos, pero esta ha acelerado su fecha de caducidad. Encima hasta de forma espuria, si recuerdan, se hizo correr el rumor malintencionado de que el papel y metal moneda eran transmisores de la COVID-19, lo que fue desmentido rápidamente; eso sí, a la vez que se recomendaba pagar con tarjeta, lo que generó demasiadas dudas. Todo ello, en beneficio, evidentemente, del ‘tarjetismo’ y sus únicos beneficiarios, o sea, los bancos.
Hay gente que lo quiere pagar todo con tarjeta, y a veces se encuentra con problemas cuando el precio es muy corto. A veces también esa misma gente genera algún que otro problema, cuando hay que pagar una comida o cena colectiva y hay que abonar a escote. Y como no tienen suelto, solo tarjeta, alguien tiene que hacerse cargo de ese ‘losuyo’ y luego vienen los sustos: “Ya te lo pagaré”, “la próxima pago yo”, etc. Y hay gente que sí que devuelve la ‘invitación’ y gente que no la devuelve y come gratis, con la disculpa de no tener suelto porque solo lleva tarjeta. Encima algunos tienen la caradura de reñirte por ser un antiguo y llevar suelto. ¡Joer, pagas tú! y te riñen como si fueras del Pleistoceno. Pero el suelto que tú si tienes y les das, lo cogen y encantaos de la vida y p’al bolsu. Yo he dejado de comer con una chica precisamente por eso. La primera vez que no pagó porque solo tenía tarjeta, vale. La segunda ya me mosqueé y la tercera la mandé al depósito de COGERSA en Serín a ver si entre la mierda y la basura, o sea, entre sus congéneres encontraba un maldito billete o algo suelto para pagarme.
La muy ladina en las tres ocasiones me dijo con descaro acreedor el socorrido: “Luego te pago”. A la tercera ya rebotado le solté un tajante: “¿Cómo y cuándo?” si nunca llevas dinero y no vas a ir al cajero a sacarlo”. Se me apeteció soltarle una grosería tipo: “¿Qué te vas a pasar la tarjeta por la rendija de la entrepierna?”, (bueno eso no, otro término más burdo pero corto). Hizo el paripé aparente de aparentar que se quedaba perpleja y ofendida por mi reacción y claro, usó el segundo truco que siempre falla: ¿Desconfías de mí? ¿Crees que no te voy a pagar?”. ¡A Serín! Y claro no pagó. Jamás pagó, ni pagará y jamás me devolverá la invitación porque estoy seguro que si hay una cuarta vez terminaré pagando yo otra vez y ya no pico. ¿Solución? Huirla.