DAVID SERNA Y LOS BARES

Los Bares

Me encantan los bares. Es un tipo de establecimiento que uso mucho y utilizo más. Me gustan los bares, en realidad casi todos los establecimientos hosteleros: tascas, cantinas, mesones, chigres, posadas, ventas, cafeterías, cafés, merenderos, etc. Y me encantan porque son locales casi mágicos. Establecimientos multiusos que cumplen una función social de primer orden porque precisamente facilitan y permiten la socialización, lo que no hace una ferretería, una mercería o un banco.

Los bares nos dan vidilla. Los bares son, muchas veces, el eje dinamizador de un pueblo, de una localidad, son el punto de encuentro de una comunidad. Sin bar es como si faltara algo. Los bares no ayudan a vivir mejor. Nos ayudan a darnos cobertura en necesidades domésticas de todo tipo: “No tengo pan y voy al bar a comprarlo”. No me apetece cocinar, bajo al bar y como o comemos. Necesito una segunda dirección para que me dejen un paquete o un pedido, en el bar claro. Ahora porque los móviles lo han cambiado todo, pero antes el teléfono del bar era tú teléfono y desde él llamabas y te llamaban o te dejaban recados.

Los bares son hasta mágicos. Tienen algo que les hace diferentes, pero siendo siempre la otra casa, la segunda casa, o la tercera, da igual; casa"

El libro titulado ‘Planeta Telebar’ es una especie de historia de las series de televisión, españolas y extranjeras, pero contada desde los bares que salen en las series. No solo las series que tienen un bar como alfa y omega en sus tramas y argumentos, como por ejemplo ‘Cheers’ o ‘Los Serrano’, sino en todas las series que necesitan tener un bar. Y es de cajón. En primer lugar porque las series son, de alguna manera, un reflejo de la vida que vivimos, y en nuestras vidas siempre hay un bar, por tanto tiene que haberlo también en las series.

En ese mismo libro, un productor televisivo explica que los bares de referencia, los restaurantes, mesones, tascas, etc. son muchas veces imprescindibles en las series porque son locales, localizaciones neutras, de unos ni de otros. En una casa, pasa lo que pasa. En el trabajo lo mismo, en la calle estás siempre de paso, pero en un bar quedas con gente y lo más importante, hablas de otras cosas y de otra manera, todo tipo de asuntos, que no afrontas igual en casa, en el trabajo o en la calle. Los bares facilitan el trabajo de los guionistas para desarrollar tramas y argumentos. O sea como en vida mis, que vivimos todos los días. Insisto los bares son hasta mágicos. Tienen algo que les hace diferentes, pero siendo siempre la otra casa, la segunda casa, o la tercera, da igual; casa.

Anécdota al canto, TVE emitió hace muchos años una serie que era un encargo del Gobierno franquista de turno y que se llamaba “Crónicas de un pueblo” de la que era guionista Antonio Mercero. La serie contaba, más o menos, la vida cotidiana de un pueblo tipo de la España castellana de los años 60. Muchas secuencias, pero muchas, se desarrollaban en el bar, en la taberna del pueblo. Total, que la esposa de un ministro de aquel régimen, elevó una protesta airada a la dirección de TVE y al Ministerio de Información y Turismo porque pensaba que tanta presencia del bar en la serie daba a entender que los españoles de la honesta y trabajadora zona rural, se pasaban el día en la cantina, y daba mala imagen. Manuel Fraga, que era el ministro del ramo entonces, le explicó a su colega el ministro esposo de la señora de… molesta con la serie, que en los pueblos de aquella España, el bar lo era todo. No solo era el punto de encuentro de los vecinos, era la parada del autobús, donde estaba el teléfono, la estafeta de correos, el teleclub y a veces incluso el salón de plenos del Ayuntamiento, porque era más grande que el propio salón de plenos del Ayuntamiento, que no se utilizaba, por puro desuso, para otros menesteres.

Y era verdad. Yo que soy hijo de maestra rural de pueblo castellano, la taberna del pueblo era todo para el pueblo y es que los bares son eso: maravillosos puntos de encuentro multiusos y, por tanto, mágicos.