El Queso
Me encanta el queso, uno de los alimentos más antiguos y universales que existen y un producto casi, casi infinito porque hay tantos, tantos que es muy difícil catalogarlos. Hay miles de quesos diferentes. Los hay de leche de vaca, de oveja, de cabra, de búfala, de mezclas de varias leches. Hay quesos blandos, duros, curados, frescos, añejos, fuertes, etc. No creo que exista otro alimento que admita tantas y tantas variantes y variedades. Por eso digo que es un producto casi infinito porque se deja elaborar de miles de maneras. Y lo mejor de todo es que salvo alguna que otra excepción, que también las hay, casi siempre están buenos, son ricos y apetecibles. Con queso y vino se anda el camino. Sidra y queso, saben a beso. Come queso y llegarás a viejo. En fin. El refranero también es sabio y refranes con el queso de protagonista principal hay a puñados, ¿por algo será no?
España es un país en el que afortunadamente hay muchos tipos de quesos y Asturias es posiblemente la ‘mancha’ quesera más importante de Europa. En un territorio tan pequeño como el nuestro hay hasta 42 variedades de quesos artesanales diferentes, de ellos 4 tienen Denominación de Origen y uno Indicación Geográfica Protegida y a estos hay que sumar los industriales y los semindustriales. En definitiva, una auténtica barbaridad, un lujo sin parangón. Sin embargo, en Asturias hemos tardado mucho tiempo en valorar esa riqueza. En realidad aún estamos un poco en ello y todo por culpa de esa puñetera manía, asturiana y española, de darle siempre más valor a lo de fuera que a lo nuestro. Quizá por simple estupidez o por esos misteriosos complejos de inferioridad, que tanto daño nos hacen y nos han hecho porque han dejado huella en medio de la caleya.
Insisto, me gusta el queso, quizá todos o casi todos los quesos, y me alegra más que mucho vivir en una región como Asturias que es modélica en la elaboración de este alimento milenario.
